Las mayores necesidades se van a producir en la segunda parte de la adolescencia. En conjunto, los adolescentes necesitan las mismas proporciones de nutrientes que los
adultos.
La necesidad de
proteínas experimenta una elevación con respecto a etapas previas, lo que es consecuencia lógica del gran desarrollo somático de la
pubertad.
En el ámbito de las
vitaminas destacan la riboflavina, la tiamina y la niacina, cuyo incremento se relaciona con la mayor necesidad de obtención de
energía, y la vitamina D por su implicación en el metabolismo del calcio, que es fundamental para la maduración ósea.
Como consecuencia de esta maduración ósea es evidente que las necesidades de
calcio y de
fósforo serán muy superiores a las de otras
etapas: no sólo existe crecimiento en longitud de los huesos largos, sino que se va a producir la calcificación final de todas las métafisis.
También hay unas demandas superiores de
hierro, además en las chicas la aparición de la menstruación va a condicionar unas pérdidas cíclicas que deben
reponerse.